Sube El Telón: Noche Primera De Una Fiesta Innombrable

Novedades locales, 11.11.2022

Culminando con un abrazo entre festivales, Marcos Madrigal, cede honores al Maestro Guido López-Gavilán para la clausura la XXXIV Edición del Festival de Música Contemporánea de La Habana y el inicio de la IV Edición del Festival Habana Clásica.

Inauguración Festival Habana Clásica
Inauguración Festival Habana Clásica @ Fabrizio Sansoni

La Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís fue el lugar pactado para abrir el telón de un evento que nos llega renovado, luego de una larga pausa de dos años. Con palabras de Miriam Escudero, Directora del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, se abre el telón para lo que será un programa de lujo y, tras ella, ambos Directores Artísticos, Marcos Madrigal y Guido López-Gavilán, del inicio y final de ambos festivales.

La Basílica Menor está llena. No suele llenarse en los conciertos habituales pero esta vez, el Festival ha captado la atención del público cubano, con la sensibilidad que permite distinguir lo diferente, lo especial de esta edición. El honor de la presencia de de los Maestros Juan Piñera y Nicola Sani, ambos Compositores en Residencia, junto al Maestro Roberto Valera y otras figuras distinguidas como Miguel Barnet, Presidente de Honor de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y , a su lado, la Princesa Patricia Ruspoli, miembro de la familia Ruspoli, herederos de la Nobleza Papal de Roma. Además, no faltó la presencia de la Embaja de Suiza en Cuba y La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), con los señores Mauro Reina, Embajador, y Lorenzo Suárez, Director Adjunto de COSUDE, como donante líder de la presente edición.

Abriendo el concierto, el joven Director italiano Emanuele Quaranta, nos regala una pieza casi literaria. La contemporanidad de Riflessioni sull´Indifferenza, con los arreglos del Maestro Nicola Sani para flauta y orquesta de cuerdas, nos brindó una emocionante inauguración con un formato muy poco visto, melodías a destiempo, con violas y violines dispuestos en los alrededores de la sala para envolvernos en una composición, como tratado filosófico, sobre la indiferencia o, como el mismo Maestro la presentara, la forma corpórea de llenar el sonido con palabras. La flauta ocupa la primera nota del Festival y, para ello, quién mejor que Niurka González y el acompañamiento de las cuerdas de “Música Eterna”. Más allá del concepto, una elección muy certera para subir el telón.

La lenta noche en tus ojos continúa la velada, estreno que Roberto Valera nos regala, una pieza que se le parece mucho. La suavidad de melodías románticas bajo la dirección de Guido López-Gavilán en el entretiempo de la despedida y el reencuentro. Seguida por una creación de Piñera, esta vez dedicada a quién más hizo por la conservación de nuestro Patrimonio, por nuestra Habana Vieja, el Dr. Eusebio Leal, eterno historiador de la Ciudad de La Habana, en un merecido honor desde las piedras de la antigua iglesia barroca. Acompañando esta pieza, en ocasión de “Épicas Habaneras”, el violín de nuestra cubana Lissy Abreu, como solista, fascina al público de su ciudad natal y auditorio más querido.

Abriéndole paso a una creación de Carlos Fariñas, la Orquesta de Cámara interpreta Punto y Tonada y le sigue, al piano, el tan esperado estreno en el Festival de su Director artístico, Marcos Madrigal, regalándonos la vitalidad de su piano, y entregando a su público predilecto lo mejor que tiene, más allá del virtuosismo, su espíritu musical en la gran obra de su carrera que es, sin dudas, el Habana Clásica, el mejor regalo que un hijo de Cuba puede hacerle a su país. Dos Estampas para piano y cuerdas, creación del propio Guido, son las primeras notas para piano de esta fiesta musical.

Y cerrando el telón de este primer encuentro, al menos en La Basílica Menor, se nos fue reservado un singular momento. “Música Eterna” acompaña un Steinway a cuatro manos, en una pieza de la autoría de Aldo López-Gavilán con su formidable pianismo y los colores tan característicos de sus composiciones. Danza del Dragón Violeta, con arreglos para flauta reservando espacio, nuevamente, a la armonía delicada de Niurka González y al violín de Lissy Abreu, con la presencia de la batuta de Guido. Dos López-Gavilán en escena y el piano a cuatro manos, otras dos de Marcos Madrigal, en un vaivén insospechado de sensibilidad, para un cierre que narra el tránsito de un festival a otro, de una época a otra, en la alegría palpable de ambos pianistas.

Saltando de un lugar a otro, la noche continúa bajo el halo sacrosanto de la Iglesia de San Francisco de Paula, una obra de arte en sí misma, rodeada por el pincel inigualable de Zaida del Río, casa de acogida del Conjunto de Música Antigua “Ars Longa”, una escena preparada al detalle por Luis Ernesto Doñas. Mezclando el teatro con la música, en sentido homenaje a Brindis de Salas, el propio violinista revive para contarnos su historia. Un toque de tambor y un solo extraordinario de Lissy Abreu, tocado para la Virgen de La Caridad del Cobre, Patrona de Cuba para católicos y yorubas, y dejándonos en la levedad que invoca la mezcla cultural de nuestros orígenes, prometiéndonos una fiesta innombrable, como dijera otro ilustre de las letras, el gran Lezama, porque todo buen sintagma siempre será breve cuando se trata del acompañamiento de la belleza.