Salud mental: un componente desatendido de la paz
A pesar de que el número de conflictos violentos es hoy el más alto desde la Segunda Guerra Mundial, el problema de la salud mental sigue en gran medida desatendido. Sin embargo, nadie cuestiona que la satisfacción de las necesidades psicológicas y sociales de las comunidades es esencial para la paz duradera. La COSUDE apoya las reformas del sector sanitario y las iniciativas de la población local en materia de salud mental en distintos contextos de conflicto y posconflicto. Su compromiso en Ucrania es un ejemplo idóneo del potencial de este enfoque.
Los psicólogos de los proyectos suizoucranianos asisten a las personas desplazadas en los centros colectivos distribuidos por toda Ucrania. © COSUDE/Alisa Kyrpychova
“En este momento la ansiedad está en aumento, hay problemas de sueño; el estado en que se encuentran algunas personas hace imposible trabajar y vivir plenamente. Ya hay personas que están desarrollando trastornos depresivos”, cuenta Tetiana Bohuslavska, psicóloga del proyecto suizoucraniano “Act for Health” (Actúa por la Salud) en una Ucrania rota por la guerra. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco personas que viven una guerra u otro conflicto sufre en los diez años siguientes depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, trastorno bipolar o esquizofrenia. Por otro lado, la paz duradera requiere un buen estado de salud mental. Esto solo es posible cuando se abordan adecuadamente los distintos aspectos de las necesidades psicosociales.
La salud mental y la paz
Tradicionalmente reticentes a recurrir a la asistencia psicosocial, millones de ucranianos empiezan ahora a buscar ayuda para lidiar con el exceso de estrés, algo que soportan desde hace años. Tetiana, que se vio obligada a huir de su ciudad en el este de Ucrania, también ve sus esfuerzos por restablecer la salud mental de las personas como una nueva hoja de ruta hacia la paz duradera. “Para mí, personalmente, salud mental y paz son dos conceptos inseparables. No es solo una cuestión de que haya o no haya guerra, sino de que haya un entorno pacífico que apoye a las personas afectadas por la guerra”. Ese es el motivo por el cual las Naciones Unidas han recalcado recientemente su clara ambición de fomentar la integración del apoyo psicosocial y la salud mental en la consolidación de la paz, a fin de incrementar la resiliencia y la autonomía de personas y comunidades, y, por ende, el potencial de éxito de los futuros procesos de reconciliación. La importancia de este enfoque va más allá del periodo que dura un conflicto, ya que los estudios científicos señalan claramente los problemas de salud mental como uno de los principales obstáculos para la paz duradera y la reconciliación.
Liderando la reforma en Ucrania
Lidiar con las heridas de guerra, a menudo invisibles, está demostrando ser crucial para el futuro de Ucrania. Los bombardeos y la destrucción masivos, la violencia, la separación de familias, los desplazamientos, la pérdida de seres queridos y la incertidumbre han impuesto una enorme carga sobre la salud mental de los ucranianos. Aunque la verdadera magnitud del problema solo será revelada con el tiempo, la OMS estima que, actualmente, 9,6 millones de ucranianos podrían sufrir trastornos de salud mental. Adelantándose a las posibles catastróficas consecuencias para el tejido mismo de la sociedad, el gobierno está poniendo especial atención en el bienestar psicosocial y la resiliencia de las personas. Por lo tanto, desde 2014, la salud mental es una prioridad nacional.
La COSUDE complementa y apoya los esfuerzos sistémicos de Ucrania con efectos duraderos, basándose en su experiencia en todo el mundo. Iniciado en 2018, el proyecto suizoucraniano “Mental Health for Ukraine” (Salud Mental para Ucrania) apoya la reforma del sistema de salud mental de Ucrania y establece centros de salud mental en las regiones, en colaboración con las autoridades, la Universidad Católica Ucraniana, así como con expertos suizos en materia de salud mental de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Zurich y de la Universidad de Zurich. El proyecto ha sido prolongado recientemente hasta 2028, incorporando adaptaciones al contexto —que ha sufrido rápidos cambios— y a las mayores necesidades psicosociales. Entre las principales nuevas prioridades figuran la reintegración de personas que sufren enfermedad mental, la prestación de asistencia psicosocial a las personas que están en zonas de combate o que están desplazadas internamente, y la mejora de la coordinación entre proveedores de servicios de salud mental.
“La salud mental es una parte muy importante de nuestras vidas y también muy vulnerable, especialmente en tiempos de guerra. No solo tendremos que reconstruir las infraestructuras y ciudades de Ucrania, sino también nuestra salud mental individual y las conexiones entre las personas. Y lo que estamos haciendo ahora para lidiar con las consecuencias de la guerra, el estrés y el trauma ya es un paso hacia la recuperación y la consolidación de la paz”, explicó Orest Suvalo, psiquiatra y gestor del proyecto “Mental Health for Ukraine”.
Soluciones locales resilientes
Cinco días a la semana, Tetiana Bohuslavska y un equipo médico móvil visitan pueblos remotos y centros de desplazados internos. Sus visitas forman parte del proyecto “Act for Health”, que es coordinado con el plan de acción nacional y complementa al proyecto “Mental Health for Ukraine”. De este modo, colman las brechas existentes en el servicio público ucraniano y acercan la salud y los servicios psicosociales a la población. Mientras los médicos llevan a cabo revisiones médicas, Tetiana ofrece consultas psicosociales privadas.
“El enfoque moderno debería tener en cuenta el componente biológico de la salud, un cuerpo sano; un componente psicológico de la salud, el bienestar mental; y un componente social, la integración en el entorno. Ahora hay una altísima demanda de servicios de salud mental. Estamos aplicando el método de la recuperación, que no implica un tratamiento o sanación completo, sino enseñar al paciente a vivir una vida plena con el trastorno que tiene o con las condiciones en que se encuentra”, explica Tetiana.
La creación de capacidades locales para crear sistemas sostenibles y flexibles es lo que funcionará en el largo plazo. Los hospitales universitarios de Ginebra aportan conocimientos especializados allí donde se necesita. Para mejorar la prestación de servicios de salud y de salud mental a nivel local, el proyecto “Act for Health” establece centros de conocimiento sobre las enfermedades no transmisibles —entre ellas, las enfermedades mentales— en cuatro regiones. A través de esos centros, el proyecto proporciona infraestructuras y conocimientos especializados duraderos —aunque con capacidad de despliegue flexible— para la prestación de servicios de salud mental.
Esfuerzos en otros países y actividades de sensibilización a nivel internacional
Suiza es uno de los pocos países que apoyan intervenciones nacionales en materia de salud mental —por ejemplo, en Ucrania, Bosnia y Herzegovina, Moldavia y los países de la región de los Grandes Lagos— al tiempo que participa en actividades de sensibilización y diálogos sobre políticas a nivel mundial para impulsar mejoras en ese ámbito.
Concebida en colaboración con la OMS, la 'Special Initiative for Mental Health' (Iniciativa Especial para la Salud Mental) pretende mejorar el acceso a servicios de salud mental con base comunitaria asequibles y de calidad. Desde su lanzamiento en 2019, ha contribuido a impulsar las políticas sobre salud mental, la protección y los derechos humanos, y ha incrementado las intervenciones en nueve países, entre ellos Bangladesh, Nepal y Zimbabue. Hasta la fecha, ha beneficiado a 44,7 millones de personas. A raíz de las consecuencias de la pandemia de Covid-19, la iniciativa captó el interés de más países de ingresos bajos y medios.
Los datos recopilados a nivel nacional son utilizados en el trabajo normativo a nivel mundial, como en el Atlas de Salud Mental (2019/2020), las directrices de la OMS sobre intervenciones para ayudar a los países (Programa de acción de la OMS para superar la brecha en salud mental, 2023), y el histórico Informe mundial sobre salud mental 2022.
Bosnia y Herzegovina
La lacra de los trastornos mentales en Bosnia y Herzegovina es considerable debido a las heridas psicológicas de la guerra aún abiertas, al desamparo social y a complicadas situaciones económicas. El proyecto sobre salud mental, Mental Health Project, que terminó con éxito en 2023, había apoyado la reforma de los servicios de salud mental desde el año 2009. Una organización contraparte local se encargó de su ejecución en estrecha cooperación con las instituciones locales y los iniciadores del proyecto, los ministerios de salud de las entidades.
Con el objetivo de descentralizar la prestación de servicios desde los hospitales a los centros comunitarios de salud mental, el proyecto apoyó el establecimiento de una red de setenta y cuatro centros comunitarios dotados de plantillas de personal multidisciplinares. En la actualidad, casi todos los centros son financiados por el presupuesto de salud pública y tienen previsto seguir funcionando.
Región de los Grandes Lagos
La región de los Grandes Lagos está marcada por una historia de violencia masiva desde la época colonial. La COSUDE promueve un enfoque de sanación comunitaria conjunta en Burundi, Ruanda, y en la República Democrática del Congo que aborda el ciclo de la violencia, sin olvidar la violencia de género, que es una consecuencia de todo conflicto. Paralelamente, el diálogo político se centra en emitir mensajes contra la violencia de género y en el cumplimiento de los compromisos adquiridos por los jefes de Estado en la Declaración de Kampala, para integrar el enfoque en las políticas y estrategias. En última instancia, esto conduce a una reducción duradera de la violencia, a la reconstrucción de los valores compartidos por la comunidad y a una mayor cohesión social; todos ellos elementos indispensables para una paz duradera.
América Latina
A pesar de los importantes avances macroeconómicos, América Latina es una región donde el desarrollo sostenible encuentra enormes desafíos debido a la tensa relación existente entre los conflictos armados, la violencia, la fragilidad y los altísimos niveles de desigualdad. En ese contexto, la oficina de cooperación de la COSUDE en Honduras decidió incorporar el enfoque psicosocial en todos sus proyectos, basándose en el reconocimiento de que los conflictos de larga duración y la violencia endémica han generado una cultura del miedo y un trauma colectivo que obstaculizan el desarrollo sostenible. Este enfoque vincula las dimensiones personal (sentimientos, creencias y valores), social (cultura y relaciones) y material (pobreza, entorno natural y estructural), y pretende ayudar a superar la cultura de la violencia, la polarización y los conflictos sociales a través del fortalecimiento de la cohesión social y de la adquisición de autonomía por parte de organizaciones y comunidades.