El CICR: una institución única al servicio de la humanidad

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) tiene una legitimidad única gracias a su historia y su mandato, así como a su gran y reputada profesionalidad y a la repercusión inmediata de su labor, que beneficia a diario a millones de víctimas de conflictos armados y otros actos violentos. 

Un acto histórico

En 1862 Henry Dunant, hombre de negocios ginebrino y posterior ganador del Premio Nobel de la Paz, publicó la obra «Un recuerdo de Solferino», en la que postuló principios humanitarios válidos hasta el día de hoy. En 1863 le siguió la fundación del CICR, que poco después daría pie a los Convenios de Ginebra y al Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Con el CICR y los Convenios de Ginebra se asentaron los cimientos para un ordenamiento moderno y multilateral que coloca al ser humano en el centro y a la justicia por encima del poder. Además, el CICR dio origen a la transformación de la ciudad de Ginebra en capital humanitaria mundial.

Un mandato universal

La comunidad internacional le ha encomendado al CICR expresamente, a través de los Convenios de Ginebra, el mandato de actuar por iniciativa propia en caso de conflicto armado, así como en cualesquiera otras situaciones en que se precise una intervención humanitaria, o por lo menos ofrecer sus servicios. En consecuencia, durante una crisis, el CICR puede a menudo trabajar en zonas a las que las partes beligerantes o las autoridades locales no conceden acceso a otras organizaciones.

Un actor neutral

El CICR lleva a cabo su labor respetando de forma rigurosa los principios humanitarios, tal y como se exponen en los estatutos del Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Los principios ponen siempre en el centro el interés y el bienestar de las personas que están en situación de emergencia a causa de conflictos armados y otras crisis. La calidad de su labor goza de una excelente reputación. Los trabajadores y las trabajadoras de la organización llevan a cabo una parte considerable de sus operaciones lejos de la atención de los medios de comunicación.

Las principales actividades del CICR comprenden:

  • La promoción de la observancia de los principios humanitarios y del derecho humanitario internacional
  • La protección de las personas afectadas por conflictos y otros actos violentos a través de la búsqueda de los desaparecidos (incluida la investigación forense), el intercambio de información entre miembros de familias separadas, las reunificaciones familiares y la visita a presas y presos.
  • La ayuda humanitaria, entre otros, asistencia médica, agua potable y comida, así como a través del acceso a la educación

Presente en todo el mundo, enraizado en Ginebra

El CICR está presente en unos 90 países como ente propio, además de como parte del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, con su red mundial de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja nacionales. Asimismo, el CICR ejecuta su mandato específico casi siempre junto con otras organizaciones humanitarias internacionales, así como con contrapartes nacionales y locales.

A pesar de la orientación internacional de su trabajo y de la creciente diversidad de su plantilla, el CICR se mantiene estrechamente vinculado a Suiza y, sobre todo, a la ciudad de Ginebra. Ninguna otra organización es tan ilustrativa de la «Ginebra internacional», aunque, hoy en día, la ciudad albergue un sinnúmero de organizaciones que se dedican a una gran variedad de temas.

Reflejo de los valores suizos

Las banderas con colores invertidos ilustran los orígenes del CICR, así como las afinidades de los principios y los objetivos humanitarios, a partir de los cuales se ha desarrollado una asociación histórica y particularmente estrecha entre Suiza y el CICR.

El órgano de gobierno supremo de la organización, la Asamblea del CICR (que incluye a su presidenta y vicepresidente), está compuesto por 15 a 20 personas de nacionalidad suiza, lo cual garantiza la independencia y la neutralidad de la organización.

Suiza es el Estado depositario de los Convenios de Ginebra y el Estado anfitrión del CICR, que se fundó como asociación en virtud del derecho suizo. Nuestro país es uno de los mayores donantes del CICR, lo apoya con estos fondos en todos sus ámbitos de actividad y, de esta forma, promueve el cumplimiento de sus propios objetivos en política exterior, en el respeto de nuestra tradición humanitaria. A su vez, el CICR promueve con su presencia y su labor –asimismo de forma indirecta y respetando su independencia– la reputación de Suiza en el mundo. 

Una colaboración única

A petición del CICR, el DFAE, a través de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), pone a disposición miembros del Cuerpo Suizo de Ayuda humanitaria para operaciones específicas. Por su parte, la COSUDE puede, en caso de crisis y para el cumplimiento de su mandato, hacer uso de la amplia red del CICR y de sus unidades nacionales.